Los tumores más frecuentes
que vemos en esta localización son los que surgen de las glándulas ceruminosas.
Estos pueden ser benignos como el adenoma y quiste de la glándula ceruminosa o
malignos como el adenocarcinoma de glándula ceruminosa. Otros tumores que se
describen en el canal auditivo incluyen el carcinoma de células escamosas,
tumor de células basales, carcinoma indiferenciado, mastocitoma, melanoma,
hemangiosarcoma, histiocitoma, papilomas, tumores de glándulas sebáceas.
También es frecuente encontrar pólipos inflamatorios, sobre todo en la especie
felina.
Nos centraremos en el
adenocarcinoma de glándula ceruminosa, ya que es el tumor maligno más común en
el canal auditivo en ambas especies. Los perros de raza Cocker Spaniel y Pastor
Alemán parecen tener predisposición, así como los perros y gatos con infección
o inflamación crónica del conducto auditivo externo. Los pacientes afectados
suelen presentar prurito, hemorragia, autotraumatismo en la oreja, dolor al
abrir la boca o incluso signos neurológicos.
Suelen tener carácter
invasivo por lo que se recomiendan pruebas de imagen superior (TC o RM) para
delimitar la extensión de la enfermedad antes de iniciar plan terapéutico. La
metástasis a ganglios linfáticos o a distancia es poco frecuente.
El tratamiento de elección
es la cirugía local agresiva, la ablación total del canal auditivo junto con la
osteotomía lateral de la bulla (TECA-LBO), consiguiendo tiempos de
supervivencia de entre 42-50 meses en la especie felina y 36 en la canina.
Cuando no es posible la resección completa, también se puede emplear la
radioterapia.