Los tumores hepáticos primarios son poco comunes tanto en la especie canina como en la felina, siendo más frecuentes las enfermedades metastásicas a este órgano en la especie canina.
Los principales tumores: carcinoma hepatocelular, carcinoma biliar, tumor neuroendocrino o carcinoide y sarcoma.
- Carcinoma hepatocelular: neoplasia hepática más frecuente en perros y el segundo en gatos. En 2/3 de los perros con este tumor en su forma masiva, suelen verse afectados de forma más habitual los lóbulos hepáticos izquierdos.
Las metástasis suelen darse a ganglios linfáticos, peritoneo y pulmón, aunque también pueden verse afectados riñones, glándulas adrenales, corazón, bazo, intestino o vejiga.
- Carcinoma biliar: tumor más común en gatos y el segundo más frecuente en perros. Tiene un comportamiento agresivo, con un 88% de metástasis a ganglios linfáticos y pulmón en perro, y un 67-80% de metástasis intraperitoneal y carcinomatosis en gatos.
- Neuroendocrino o carcinoides: son más raros en ambas especies, y tienen un comportamiento agresivo, con metástasis antes descritas en las anteriores.
- Sarcomas: los más comunes son hemangiosarcoma, leiomiosarcoma y fibrosarcoma. De comportamiento agresivo, con tasa de metástasis a bazo y pulmón entre un 88-100% en perros.
En función de la distribución de estos tumores, estos tendrán 3 presentaciones diferentes:
- Masiva: masa solitaria normalmente de grandes dimensiones, localizada en un lóbulo hepático.
- Nodular: presentación multifocal que puede afectar a diferentes lóbulos.
- Difusa: numerosos nódulos cohesionados que ocupan todo el órgano.
Diagnóstico y tratamiento:
Pruebas de imagen como ecografía y TC son necesarias para realizar estadiaje de la enfermedad, valoración de tamaño de la masa y extensión de esta, presencia de mineralizaciones, vascularización… para así planear el tratamiento más adecuado.
En el caso de neoplasias masivas, la cirugía es el tratamiento de elección con pronóstico bueno (1000-1800 días con escisión completa en el caso de carcinoma hepatocelular) y baja tasa de recidiva local.
En neoplasias nodulares o difusas el pronóstico es peor, debido a que en estos casos la cirugía no es una opción, pudiendo tratarse con terapia citostática como gemcitabina, carboplatino o incluso Palladia en el caso de tumores neuroendocrinos. Para los sarcomas no operables una opción terapéutica es protocolos que incluyan doxorrubicina.